La sociedad de nuestro tiempo tiene una gran mancha. Dentro de tanta modernidad, no se ha podido detener el crecimiento de los NINIs. En los barrios de nuestro país es notoria la presencia de estos jóvenes. Muchos los incluyen dentro del crecimiento de la delincuencia. Ahora bien, ¿los NINIs lo son por elección o por causas ajenas a su voluntad? ¿Son ellos responsables de su condición?
Como sociedad, debemos crear las condiciones para que mayor cantidad de personas puedan vivir mejor. Para alcanzar ello, hay que explorar cómo analizamos la realidad y despojarnos de moldes preestablecidos y pertenecientes a otras épocas.
Al realizar un juicio sobre una persona, la mayoría de las veces se hace sobre la productividad que tenga el analizado. Mientras esto persista, no podremos adentrarnos en el debate de la situación real. En vez de concentrarnos en el final de la cadena, sería bueno explorar los motivos por los que el sistema educativo y el mercado laboral no son percibidas como reales alternativas para construir un proyecto de vida.
Debemos ser capaces, como sociedad, de no seguir generando jóvenes parásitos, que se conformen con una pseudoexistencia, basada en lo que les proporcionen otras personas o con la aspiración de una residencia en el extranjero.
La educación no debe centrarse solamente en los jóvenes que tenemos en los centros educativos. Hay que considerar hacer atractivos los planes de instrucción para que personas que tienen tiempo alejadas de las aulas, decidan acercarse a ella. Es perentorio que esto vaya de la mano junto a reales posibilidades de insertarse al mundo productivo. Y esa es una tarea en la que la familia debe ser actor protagonista para minimizar y con el tiempo erradicar esa gran epidemia que está azotando la sociedad dominicana.