lunes, 24 de febrero de 2020

Y ahora, que…


Y ahora, que…

A raíz de la suspensión de las elecciones el pasado 16 de febrero, la República Dominicana se ha visto matizada por una serie de manifestaciones populares nunca antes vistas.  Marchas, concentraciones en lugares estratégicos, toques de cacerolas, sonido de bocina de los vehículos, abucheos a funcionarios del sector público, amplias críticas en las redes sociales. En fin, se ha manifestado de diversas maneras un malestar general entre los ciudadanos dominicanos.

El grito generalizado de las protestas en cualquiera de sus modalidades es que “se van”. Estamos convocados a un torneo electoral el 15 de marzo próximo. Ahí tendremos la oportunidad de hacer realidad ese clamor popular de elegir otras autoridades, en este caso, las municipales. Ahora bien, para los actuales gobernantes irse, se debe elegir a alguien.
Las protestas sociales han identificado claramente el contrincante. Todo lo que se parezca a partido tradicional está en la mirilla escudriñadora del pueblo y con un alto nivel de rechazo.  Principalmente el partido del gobierno, PLD, siente tambalear su liderazgo. Se sabe contra quien irá dirigido el repudio social en las elecciones.  Sin embargo, ¿se tiene a la vista a quién se seleccionará? Todavía no ha salido ninguna agrupación que pueda contar con el favor de los manifestantes.

La mayoría de quienes protestan son jóvenes. No vivieron el terror de las dictaduras sangrientas del siglo XX. No tienen miedo de emitir su opinión y poseen las herramientas correctas para difundirlas. Quien pretenda acaparar el favor de este segmento de la población debe tener las capacidades de conectar con ellos. 

Este es el momento para que surjan liderazgos novedosos, diferentes, que tengan una conciencia ciudadana diferente a lo tradicional.  Líderes que no se corrompan, que no quieran llegar a los cargos públicos para aprovecharse de ellos. Dirigentes que tengan vocación de servicio y que estén acordes con estos tiempos, en los que si no estás dando resultado en la labor asignada, no se debe esperar una fecha específica para sustituirte y si cometes dolo, debes asumir las consecuencias legales.

No esperemos un Mesías que salve al pueblo. Mejor provoquemos que los mejores sean quienes dirijan el Estado desde este 2020 en adelante.