Y
ahora, que…
A raíz de la suspensión de
las elecciones el pasado 16 de febrero, la República Dominicana se ha visto
matizada por una serie de manifestaciones populares nunca antes vistas. Marchas, concentraciones en lugares
estratégicos, toques de cacerolas, sonido de bocina de los vehículos, abucheos
a funcionarios del sector público, amplias críticas en las redes sociales. En fin,
se ha manifestado de diversas maneras un malestar general entre los ciudadanos
dominicanos.
El grito generalizado de las
protestas en cualquiera de sus modalidades es que “se van”. Estamos convocados
a un torneo electoral el 15 de marzo próximo. Ahí tendremos la oportunidad de
hacer realidad ese clamor popular de elegir otras autoridades, en este caso,
las municipales. Ahora bien, para los actuales gobernantes irse, se debe elegir
a alguien.
Las protestas sociales han
identificado claramente el contrincante. Todo lo que se parezca a partido
tradicional está en la mirilla escudriñadora del pueblo y con un alto nivel de
rechazo. Principalmente el partido del
gobierno, PLD, siente tambalear su liderazgo. Se sabe contra quien irá dirigido
el repudio social en las elecciones. Sin
embargo, ¿se tiene a la vista a quién se seleccionará? Todavía no ha salido
ninguna agrupación que pueda contar con el favor de los manifestantes.
La mayoría de quienes
protestan son jóvenes. No vivieron el terror de las dictaduras sangrientas del
siglo XX. No tienen miedo de emitir su opinión y poseen las herramientas
correctas para difundirlas. Quien pretenda acaparar el favor de este segmento
de la población debe tener las capacidades de conectar con ellos.
Este es el momento para que
surjan liderazgos novedosos, diferentes, que tengan una conciencia ciudadana diferente
a lo tradicional. Líderes que no se
corrompan, que no quieran llegar a los cargos públicos para aprovecharse de
ellos. Dirigentes que tengan vocación de servicio y que estén acordes con estos
tiempos, en los que si no estás dando resultado en la labor asignada, no se
debe esperar una fecha específica para sustituirte y si cometes dolo, debes
asumir las consecuencias legales.
No esperemos un Mesías que
salve al pueblo. Mejor provoquemos que los mejores sean quienes dirijan el
Estado desde este 2020 en adelante.