El pueblo dominicano se siente orgulloso cuando recuerda su historia. Desde aquel grito de independencia en 1844 se tiene una identidad como nación. Incluso, un fragmento del himno nacional dice: "...ser libre o morir..."
A través de los años, la República Dominicana ha sufrido el embate de fuerzas extranjeras atentado contra su soberanía. Numerosas invasiones desde Haití intentaron revertir la declatoria de separación. La anexión a España no pudo calar en toda la población y se luchó hasta retornar a ser una nación autónoma. Luego, en el siglo XX se produjeron ocupaciones militares, las cuales fueron rechazadas por gran parte de los sectores nacionales.
Existe en el dominicano esa sensación de pertenencia con alto nivel de orgullo a un país que sabe defenderse con éxito de ataques foráneos.
En el ámbito deportivo, se olvidan las diferencias locales para apoyar a un equipo que represente al país o a algún deportista individual que sea dominicano.
Cuando el entonces presidente Danilo Medina dijo en la *II Cumbre de la Comunidad de Estados Centroamericanos y Caribeños (CELAC)*: “que nadie, ni chiquito ni grande, atente contra la soberanía de la República Dominicana”; toda la nación aplaudió con el corazón repleto de orgullo patrio.
Tomando en cuenta ese sentimiento aglutinador del amor a la patria dominicana, varios políticos se escudan en él para intentar conquistar adeptos a sus pretensiones electorales. Actualmente podemos observar a dirigentes opinando sobre el ataque a la patria, argumentando que existe un plan internacional para que la República Dominicana cargue con el vecino país de Haití. Si bien es cierto que estamos en presencia de una inmigración muy alta de haitianos, no hay evidencia fehaciente de que sea producto de un plan internacional para fusionar ambos países.
No podemos hacernos de la vista gorda ante el incremento de esta inmigración, pero tampoco deberíamos fijarnos en señalar como únicos responsables a los organismos internacionales.
Cada ciudadano debe realizar acciones que fortifiquen la nación dominicana. Procuremos hacer cada uno lo mejor por este país lleno de una historia que nos produce tanto orgullo. Pero, no nos dejemos seducir por cantos de sirenas susurrándole al oído para encender el sentimiento patrio y encauzarlo en favor de políticos que tienen su cuota de responsabilidad en los males que aquejan a la República Dominicana.
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